27.5.08

Sobre el concepto de prudencia en Aristóteles





Edgardo Pablo Bergna

La existencia de ideas morales y de actitudes morales no implica el desarrollo de una disciplina filosófica, así pues, pueden estudiarse las actitudes e ideas morales de cualquier pueblo sin que de ello resulte un estudio encuadrado en la ética como disciplina. Según Ferrater Mora «solamente hay historia de la ética dentro del marco de la historia de la filosofía».

En tal sentido se podría delimitar la ética como disciplina filosófica recién a partir del «nacimiento de la filosofía»[1]. La partida de nacimiento, firmada por muchos autores, coincide con el momento en que las cosas dejan de verse como dadas y son examinadas a la luz de sus fundamentos.

Dicha justificación filosófica sobre las ideas y actitudes morales, abre el paso de la mera aprobación o desaprobación de normas sociales vigentes, a la reflexión sobre las razones por las cuales el hombre debe comportarse de tal o cuál manera. De hecho la ética comienza de manera formal con Aristóteles, en tanto que, Ética a Nicómaco siglo IV adC puede ser considerado como texto fundante de la ética como disciplina; con todo, pueden verse antecedentes en Demócrito, Sócrates y Platón.

Prudencia I

La eunomía, junto con la sophrosyne o prudencia, expresa el ideal griego
de la sentencia «nada en exceso» que, según la leyenda, había hecho
grabar el espartano Quilón en el templo de Apolo, en Delfos, junto a
la otra sentencia famosa: «conócete a ti mismo». Apolo representaba,
precisamente, la prudencia (
sophrosyne), la medida, a la que se opone
la
hybris, la soberbia humana, que opone inútilmente los hombres a los dioses[2].

En su mito del auriga[3], Platón considera la prudencia como la virtud propia del alma racional, mientras que la virtud propia del alma irascible es la fortaleza, y la del alma concupiscible es la templanza; aquí se ve como Platón utiliza el término prudencia antes que lo hiciera el estagirita, pero dándole un sentido que se aparta al de Aristóteles ya que como se ve mas adelante se refiere a la frónesis [prudencia] asociada a la episteme, opuesta a la doxa mientras que el autor de Etica a Nicómaco presenta a la prudencia asociada a lo que llama «el hombre prudente» que es el que posee una opinión reputada o admitida, ëndoxa.

Cuando estas tres partes del alma (racional, irascible, concupiscible) y sus tres virtudes están en perfecta armonía, surge una cuarta virtud: la justicia. Al ser la prudencia virtud del alma racional y es un saber organizar y dirigir racionalmente una acción, es sinónimo de sabiduría, debido a que posee el conocimiento de las ideas inmutables en oposición a la opinión, que es el conocimiento de las cosas cambiantes y mutables.

Por otra parte, una sociedad será justa cuando sus elementos constituyentes estén también en armonía, y esté dirigida por la racionalidad; Platón en este caso se refiere a la prudencia pero esta vez desde la República

— Pues bien, ante todo hay una que percibo a primera vista, y es la prudencia;
pero observo que tiene algo singular.
— Por consiguiente, la ciudad establecida conforme a la naturaleza será toda
ella prudente por el grupo menos numeroso (...) es en el número mas reducido
posible, como la naturaleza produce los hombres a quienes corresponde
participar de esa ciencia que, entre todas las ciencias, es la única que merece
llamarse prudencia. [4]

Platón relaciona su postura ética con la polis donde los prudentes, serán una parte reducida de la ciudad, con todo, éstos hombres que produce «la naturaleza» harán a la ciudad toda prudente.

La prudencia, virtud del alma racional, saber organizar y dirigir racionalmente una acción es sinónimo de sabiduría, frónesis está asociada a episteme; en virtud de lo dicho, Platón recurre a un intelectualismo moral, tendencia a dar una importancia excesiva a la razón en cuestiones éticas[5], aunque en menor medida que Sócrates quien identifica la virtud con el saber, ciencia y moralidad es lo mismo. Esta identificación lleva a que nadie hace el mal a sabiendas, o que sólo el ignorante obra mal, en tanto que la prudencia basta para actuar bien.

Aristóteles hace su crítica apelando a la experiencia y aun a la propia conciencia, e introduce el concepto de la debilidad de la voluntad, o acrasia: se hace el mal también sabiendo que se obra mal; respecto a la prudencia no basta con ella para actuar bien y piensa que son necesarias las demás virtudes morales.

Prudencia en Aristóteles

Toda la naturaleza es pensada por el estagirita de manera finalista, teleológica, desde la materia menos informada hacia lo realizado en la forma con mayor perfección; ésta es una visión del mundo que tendrá vigencia para explicar también las acciones del hombre. La ética.

Las virtudes éticas son para Aristóteles aquellas que se desenvuelven en la práctica y que van encaminadas a la consecución de un fin, en tanto que las dianoéticas son las virtudes propiamente intelectuales. A las primeras (éticas) pertenecen las virtudes que sirven para la realización del orden de la vida del Estado: la justicia la amistad el valor­, y tienen su origen directo en las costumbres y en el hábito. A las segundas (dianoéticas) pertenecen las virtudes fundamentales, las que son como los principios de las éticas, las virtudes de la inteligencia o de la razón: sabiduría y prudencia.

En Ética a Nicómaco, Aristóteles llama prudencia al juicio correcto acerca de la consecución de los fines mediante la deliberación que permite escoger los medios apropiados para conseguir la felicidad.

Los medios, entonces, son necesarios en tanto se enderecen a un fin, este fin en la ética Aristotélica es la felicidad y la prudencia la forma de elegirlos.

Tal parece ser eminentemente la felicidad, pues la elegimos siempre
por ella misma y nunca por otra cosa, mientras que los honores, el
placer, el entendimiento y toda virtud los deseamos ciertamente
por si mismos (pues aunque nada resultara de ellas, desearíamos
todas estas cosas), pero también los deseamos en vista de la feli-
cidad, creemos que seremos felices por medio de ellos. En cambio
nadie busca la felicidad por estas cosas ni en general por ninguna
otra[6]

La pregunta que surge a continuación es si cualquier medio o acto que conlleve a la felicidad es ético y en todo caso, ¿es felicidad a la que se llega a través de medios que puedan ser considerados injustos? y si hay medios injustos, cuál es el estamento que determina lo que es justo y lo que es injusto.

Para Aristóteles, la justicia es virtud, un tipo de virtud totalizadora que se disemina en todas las demás virtudes éticas y consiste en el acatamiento de la ley. Es justo actuar conforme a la ley.

Queda claro que el estamento que determina lo que es justo, es el corpus de leyes establecidas por la polis; en la traducción de Simón Abril a Etica a Nicómaco[7]

Libro V. el Cap. II comienza con una explicación del traductor respecto del capítulo I del texto mencionado, haciendo alusión a que:

...la perfecta justicia comprendía en si todas las virtudes, y así
mismo la
[injusticia] todos los vicios (…) Pero porque esta justicia
(...) es rara de hallar entre los hombres (...) trata [ahora] de la justicia
particular, que consiste en dar a cada uno lo que es suyo y muestra
lo que se requiere en ella y en que se peca.[8]

En el fragmento citado arriba se dejan ver dos tipos de justicia: aquella totalizadora, que inhiere a todas las virtudes y otra que es virtud parcial, «la justicia particular». La justicia parcial a su vez la divide en otras dos clases: una que llama justicia distributiva «que consiste en dar a cada uno lo que es suyo» en tanto que regula la distribución de cargas y premios en la sociedad y otra correctiva, que «muestra lo que se requiere en ella y en que se peca». La justicia legal aristotélica se orienta, al bien común de la sociedad.

Debemos explicitar ahora que es virtud para Aristóteles. La doctrina de la virtud la desarrolla en el libro II de Ética a Nicómaco donde troca el alma racional platónica por diánoia[9] , conocimiento discursivo basado en causas y principios que supone la virtud dianoética de la prudencia; una racionalidad práctica, que implica llevar una vida moralmente virtuosa si se tiene el hábito de la virtud, en este sentido Aristóteles explica que no basta que una persona haya elegido lo debido una vez para ser considerado virtuoso, sino que en tanto hábito, es virtuoso quien siempre obra bien.

Las virtudes éticas practicadas habitualmente consisten en un justo medio entre dos excesos, de esta manera el hombre prudente es moral y su obrar se proyecta hacia la

eudaimonía, felicidad entendida cualitativamente, desde su aspecto radical, sustancial y no como mera característica o propiedad de la vida.

Aristóteles, trata en extenso el concepto de que las virtudes éticas, practicadas habitualmente, consisten en un justo medio entre dos excesos. En el § 5 del texto citado[10] se explica, dadas las «cosas» que pasan en el alma: pasiones, facultades y hábitos, a cuál de ellas pertenece la virtud, concluyendo que la virtud, pertenece al hábito. «Por tanto si las virtudes no son ni pasiones ni facultades solo queda que sean hábitos»[11]

Como se ve la virtud es en tanto sea praxis, es virtuoso quien obra conforme a la virtud siempre. Prosigue en el § 6 explicitando de que clase de hábito se trata la virtud, «toda virtud perfecciona la condición de aquello de lo cual es virtud, y hace que ejecute bien su operación»[12] .

Siguiendo el texto es posible abordar lo que el estagirita llama término medio; ya que algo que sea «continuo y divisible» es posible tomar (de ese continuo y divisible) alguna de sus partes que sea igual, más o menos, esto en relación de la «cosa misma» o respecto a nosotros; dicho de otra manera el termino medio de algo es desde el punto de vista de ese algo una propiedad objetiva ( proporción aritmética), el punto equidistante entre sus extremos, «es uno y el mismo para todos». Con todo, desde punto de vista del sujeto, el término medio es inherente al sujeto, por lo cuál ya no es el mismo y para todos.

«Así pues, todo conocedor rehuye el exceso y el defecto, y busca el término medio y lo prefiere; pero el término medio no de la cosa, sino el relativo a nosotros»[13]

Tras esta explicación, se puede decir que la virtud ética, tiene que ver con acciones y pasiones y en estas se dan excesos y defectos. reconociendo pues, que no está bien un vicio por exceso como la prodigalidad u otro por defecto como la avaricia, cuando es debido y según las circunstancias, la acción podrá estar mucho mas cerca de alguno de ellos, y será éste el termino medio en que consiste la virtud ética, según Aristóteles.

Siendo así el hombre que actúe de esta manera será un hombre prudente. Con todo, es necesario decir que hay acciones en que no se puede considerar válido el término medio porque son actos malos en si mismos[E1] , en el homicidio por ejemplo, no hay circunstancia que lo contemple; no hay término medio entre homicidio y no homicidio (u otra cosa).

En cierta manera el término medio para ciertas acciones como la mencionada arriba o en un sentido positivo, la justicia o la templanza; el término medio es un extremo.

Otra de las cuestiones que se tratan en el libro II § 8 es aquello que «...algunos extremos parecen tener cierta semejanza con el medio como la temeridad con la valentía...»[14] En este caso los extremos son contrarios, pero a la valentía se opone más la cobardía que la temeridad, en estos casos el término medio estaría mas próximo a uno de los extremos, ya que entre los extremos, «uno es mas erróneo y el otro menos (…) ya que acertar en el medio es extremadamente difícil, (...) hay que tomar el mal menor»[15]

Aristóteles considera que la manera de llegar a actuar por lo menos en el marco del menor error es reconociendo las propias debilidades. Con todo, estas cosas residen en la percepción y son individuales, a veces inclinándose al exceso, a veces al defecto.

En el libro VI es donde se trata de lleno el concepto de prudencia o mejor, a que se llama hombre prudente, este hombre es aquel que puede reflexionar sobre lo que esta bien para el mismo no en un sentido restringido sino en sentido general: vivir bien.

Aristóteles define a la ciencia como disposición demostrativa, conocimiento de lo universal y necesario, lo necesario es «lo que no puede ser de otra manera»; también se ocupa de definir la técnica o el arte como disposición racional para la producción, a la técnica la incluye dentro de las cosas «que pueden ser de otra manera» en oposición a la necesidad de la ciencia. La prudencia está considerada dentro de las cosas «que pueden ser de otra manera», como el arte, es contingente, pero su objeto es la acción. Por consiguiente distinta de la ciencia y el arte o técnica.

«La prudencia es una disposición racional, verdadera y práctica sobre lo bueno y lo malo para el hombre» lo prudente varía en su contingencia; en el §7 se lleva acabo la diferenciación entre la ciencia y lo prudente en el sentido en que la prudencia tiene por objeto lo humano y aquello sobre lo que se puede deliberar, Aristóteles señala como constitutivo del hombre prudente la buena deliberación a la vez que nota que nadie delibera sobre lo que no puede ser de otra manera.

En este mismo parágrafo se sostiene también que el ámbito donde se mueve la prudencia es el ámbito de lo particular, aquí se cierra la oposición ciencia-prudencia sobre sus objetos: necesario, universal y declarativo de la primera contra lo contingente, particular y deliberativo de la segunda.

Hay distintas clases de virtud e interesa cuál de las virtudes no se da sin prudencia; se destacan opiniones que atribuyen a las virtudes ser especie de prudencia y se menciona la posición de Sócrates, equivocada según el estagirita «que todas las virtudes son forma de la prudencia» pero y en esto acuerda Aristóteles con la opinión del filósofo en que no hay virtud que no sea prudente.

Por otra parte aquí se discute si la virtud según la recta razón es una forma definitiva de definir la prudencia, a lo que Aristóteles agrega que la virtud va acompañada de la recta razón, que es la prudencia. Las virtudes no son razones sino que van acompañadas de la razón.[16] ; concluye con la doble implicación, prudencia-virtud moral, condición necesaria para que el hombre sea estrictamente bueno.

Verano, 2005

[1] Gadamer, H. G. , El inicio de la filosofía occidental, Paidós, Barcelona, 1999.

[2] Platón, fedro, 245E-257D, Ed. Orbis 1983, Trd. Gil, Luis.

[3] Platón, fedro, 245E-257D, Ed. Orbis 1983, Trd. Gil, Luis.

[4] Platón, República, EUDEBA, 1998, Trd. Camarero, antonio.

[5] Op.cit. En el texto citado se hace referencia y se explica cuál es la determinada ciencia, “propia de ciertos ciudadanos cuyo fin sea deliberar.”

[6] Aristóteles, Etica a Nicómaco 1097B, Centro de estudios Constitucionales, Madrid, 1985 Trd. Araujo, María, Marías, Julián.

[7] Aristóteles, Etica a Nicomaco, Ed. Orbis, S.A, 1984 Trd. Abril, Pedro, Simón. Es esta la primera traducción del griego al castellano llevada a cabo en 1518.

[8] El subrayado es mío.

[9] En Aristóteles, se opone a la aísthesis (sensación), y designa el conocimiento discursivo basado en causas y principios, que es el auténtico conocimiento y el fundamento del saber verdadero. A su vez, y sobre la base de la distinción entre las distintas partes del alma, Aristóteles repite esta oposición entre diánoia y aísthesis, atribuye las virtudes dianoéticas a la parte intelectiva del alma y las distingue de las virtudes éticas que se relacionan con la sensibilidad.

[10] Aristóteles, Etica a Nicómaco, Centro de estudios Constitucionales, Madrid, 1985

[11] Op. Cit. 1106A

[12] Op. Cit 106A

[13] Op. Cit 106B

[14] Op. Cit.,1108B

[15] Op. Cit.,1108B

[16] Sócrates pensaba que las virtudes eran razones, para él consistían en un conocimiento.


[E1]O buenos en si. O sencillamente «invalorables» en tanto que hay «homicidio legítimo»